“Un refugiado es una persona que se ve obligada a huir de su país por motivos de raza, religión, nacionalidad, condición sexual o por la violación de los derechos humanos”, explica Estrella Galán, secretaria general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). “Esos perfiles están reconocidos en la Convención de Ginebra de 1951 y hay que demostrar que encajas con uno de ellos, bien con tu testimonio o con documentación que acredite que la historia que cuentas es real, porque eso siempre te lo facilitará. Sin embargo, hay que tener en cuenta que a los refugiados no se les puede exigir documentación porque normalmente salen a escondidas de su país, huyen del propio país que les persigue”.
Coincidiendo con la celebración del Día Internacional del Refugiado en el mes de junio, el debate sobre este asunto en la UE estaba más que abierto. No es suficiente con querer salir de sus países. Las dificultades para hacerlo son extremas. Las travesías clandestinas, casi tan arriesgadas como quedarse en sus países esperando la muerte. El Mediterráneo es ya una fosa común donde en 2014 perdieron la vida cerca de 3.500 personas (22.500 en los últimos 15 años).