Aunque la situación en Ceuta pueda parecer lo contrario, no, África no anhela (mayoritariamente) venir a Europa. Los desplazamientos en el interior del continente son muy superiores a los que quieren llegar a la UE. Seguir presentando al otro lado del muro como un lugar repleto de hambre, pobreza y violencia, no es riguroso y alimenta la narrativa de El Dorado europeo, que no es tal. Marruecos, Turquía o Níger son distintas caras de la externalización de fronteras europeas. Y a sus efectos se tiene que señalar.
"Avalanchas", "presión migratoria", "olas" de migrantes, "agresión a las fronteras", y un largo etcétera. El discurso político-mediático más manido atiza la falsa idea de invasión, la desconfianza, el miedo. El juego macabro entre Marruecos y España parece ratificar que la apertura de fronteras supone indefectiblemente una llegada "masiva" de migrantes, "huyendo de la guerra, la miseria y la pobreza". Pero más allá de esta narrativa sesgada e interesada, ¿realmente África acecha al otro lado?