El frente siberiano de este invierno está congelando muchas esperanzas, y no solo de los migrantes que tratan de aferrarse a la vida. También las esperanzas de quienes creen que la política ha de servir para afrontar la realidad e impedir que cosas como esta ocurran. Hay mucha gente que no es insensible al sufrimiento de los refugiados, que querría ayudar y que se desespera por la falta de reacción de sus Gobiernos.