“¿Seguiré estudiando? ¿Confían mis padres, mis profesores en mis capacidades? ¿Qué puedo atreverme a soñar?” La trayectoria educativa de un menor también va de las expectativas que los adultos tienen sobre su persona. Y es triste oír el dato que se arrojó ayer en el Palau Macaya, durante el debate sobre abandono escolar e inmigración, organizado por el Observatorio Social de la Fundación La Caixa, porque refleja las pobres expectativas que algunos padres y profesores tienen sobre los niños.